Caes de repente como la gota que la rama no pudo saborear, caes a mi boca entreabierta, en los labios secos, en la saliva amarga. Se esparcen pequeñas gotas por mi nariz y mi barbilla, se deslizan hasta mi cuello tu cuello, bajan por mi pecho pequeños hilos de ti.
Se evaporan, suben y suben hasta mi cabeza, estallan en miradas y caen de nuevo, esta vez hasta tus manos que abrazan mi espalda quemada en donde las cenizas ya comienzan a regenerar en flores.
Abres los brazos y te detienes… Cae como milagro tu lluvia, tu tormenta.
Se evaporan, suben y suben hasta mi cabeza, estallan en miradas y caen de nuevo, esta vez hasta tus manos que abrazan mi espalda quemada en donde las cenizas ya comienzan a regenerar en flores.
Abres los brazos y te detienes… Cae como milagro tu lluvia, tu tormenta.
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