Dame una mañana mas, infeliz rayo de sol. Comienzo en la bañera, con el vapor del vitalicio liquido recorriendo mi cuerpo en gotas que terminan en ríos desembocando en el sexo. Empapando mis cabellos, cierro mis ojos e imagino una cascada cálida al comienzo de un acantilado y viento sollozando entre mis hombros bajando por mis senos; ha gritado te amo. Abro los ojos de nuevo y regreso a la bañera, el cielo se cae a pedazos con la humedad que se ha filtrado, el jabón de cuarta que trata mi piel mejor que mis amantes.
Veo mi reflejo empapado, iluminado por el sol de mañana que entra por la ventana de la habitación, dejo caer la toalla y tomo el rubor, lo deslizo en mi rostro sin llegar a sentir satisfacción. El carmín recorre mi boca insensible y la sombra borra mi expresión, borra la mirada cansada de la que ahora soy. Tomo el peine y el fijador, regreso al espejo, siento una pertenencia nula y alcanzo el vestido de noche, de diario, de hace unos años hasta hoy, limpio mis zapatillas y regreso al tocador, tomo la botella de perfume barato que me regaló el ultimo amante, quema como alcohol.
Así salgo a la avenida y espero que llegue, pasan unos minutos y llega el único, solo uno por hoy. Subo al auto como toda una dama y en la cama me destrozo el corazón, toma mis cabellos, me somete a una satisfacción inexistente, intenta amarme, intenta…
Regreso a la avenida unas horas después, subo al apartamento, de regreso a la habitación, desvanezco el disfraz y miro a la mujer, desnuda en soledad, sintiendo incertidumbre al no ser tocada, sintiéndose desperdicio de carne y huesos, sintiendo el frío en la cama, -es raro- piensa y así llega al final de un día mas de labor.
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