Tanto así como tus viajes y tus mujeres y la foto que nunca tendrás, y todo el esfuerzo que hice para acabar contigo maldita perra. Así como veo tus imágenes pasadas de tu vida olvidada y como estas aquí.
Y también el jardín de niños, las personas que no conozco y nunca conocí, con todos esos regalos baratos y la inútil sonrisa que fingiste para el retrato de navidad. Como la fiesta de mis seis años o menos, donde los payasos no lo eran tanto pero me hacías reír.
Con el yo no tan falso pero el que querías que fuera, con los pantalones altos y los zapatos sucios, pero no había para comer, ¿que íbamos a hacer? No había manera de vestir mejor que con los mismos sucios pantalones de todas las semanas del año.
Y encontré todos esos álbumes donde vivo a destiempo, con los reflejos eróticos de tus veintitantos y la señora de los zapatos amarillos y vista cansada. Por que realmente no he cambiado mucho, aun sigo montando hipopótamos de la misma manera que hace doce años, y cuando sacaste la foto sin luz para no molestar al bebe.
Ella aun vive con nosotros pero ya no le gusta vestir de china poblana, pero es igual de cabrona que tu, que yo y que ella. Igual que tu y yo con ellas, no con todas pero si la mayoría o quien quisiera.
Recuerdo cuando nos mudamos de casa y dormíamos en un colchón en la sala, también recuerdo cuando nos dejaron con la abuela y ella tomo de la botella de tequila, pero yo parecía el borracho cuando golpee a mi primo en el patio de la casa de la madre de su madre. Y tú aun no pierdes ninguna maña, en cambio las perfeccionas.
Por que, si tu no te has dado cuenta, siempre algo se interpone entre ustedes, yo por ejemplo, dinero familiares, el espía de la familia. Y de tu madre, dios, como odio su cara de sabiduría, de años, realmente nunca has aprendido nada, si no a callar, a resignarte.
Yo gateaba por la casa buscando cualquier cosa, todo estaba obscuro y solo entraba luz por la ventana de la esquina, y gire y te vi sentada en el sofá de flores rosas, estabas llorando desconsolada, y yo claro no sabia hablar, pero no contabas con que ya tenía memoria. O dime tú, ¿no recuerdas cuando me perdía en los brazos de cualquiera? Y si bien no eras mi mujer, igual me amabas y sentías los mismos celos.
Heme aquí en el espejo de tu habitación, el reflejo de tantos años, no esta tan mal, creo aun no me ganas…
No hay comentarios:
Publicar un comentario